mayo 25, 2006

Esperé...

Esperé un millón de horas... si supieras. Esperé en mi dulce delirio, en la distancia que pones entre nosotros, esperé la transparencia de tus ojos y el enigma de tu sonrisa ¡un millón de horas, mi amor! Y mientras aguardaba tu presencia, pude sentir tu aroma y el toque mágico de tu voz lejana, ese murmullo que estalla en el espacio llenándolo todo de ti y de mí… Antoinette… Antoinette… susurras en secreto para mí. Sé que me notas, sé que estoy ahí para ti, ves en mis ojos el amor que te profeso y no quieres admitir. ¿Me temes? Yo temo tu desprecio ¿Me despreciarás? No puedes rechazar la absoluta devoción de una ninfa que sólo te pide respirar el mismo aire que tú… por ahora, sólo con ese privilegio conformo mi corazón inflamado. Y si me miraras a los ojos probablemente moriría.



Mírame sólo una vez y caeré vaciada de voluntad a tus pies.


Tuya, Antoinette.