Walking on a thursday afternoon
No sé que hacer contigo, la verdad. Me perturbas y me alucinas, pero más me perturbas… y más me alucinas, qué decir. Ayer te vi, todo normal, excepto que –esto no lo sabes- fue un encuentro un poco forzado, me estoy volviendo una especie de psicópata. No, no temas, amor. Sabía que andabas por ahí, por MdB, y te seguí un par de cuadras, antes de dar una felina vuelta en el quiosco de la esquina y hacerme la loca. Uy! Qué coincidencia, vives por acá, tengo una amiga que vive cerca, tengo una cita en el MNBA, te acompaño, yo vine a ver una muestra, vamos los dos juntos, mmm, me parece bien. Caminamos lento la cuadra que nos quedaba por andar, yo fumaba, tú fumabas y algo dijiste acerca del olor a lacrimógena, el smog y la lluvia ácida, no sé. En realidad estaba sumergida en tu boca, seducida completamente por el roce del cigarrillo en tus labios y el humo que espirabas todo como en cámara lenta con una tonta música de fondo y tus manos blancas moviéndose al ritmo. Cómo deseé en ese momento que me tomaras por la cintura, arrebatándome el equilibrio me tiraras a la muralla y me besaras suave y eterno, como hiciste alguna vez en mis delirios, como lo hiciste cruzando en el semáforo, como lo hiciste en la penumbra de una calle de barrio y en un barcito impopular. Estás muy sonrojada, me dijiste, quitando de mi frente un rizo desbaratado por el viento. Es que… creo que me subió la presión… y además estaba imaginando los besos que quieres entregarme y las caricias que tendremos juntos de aquí en adelante, mi amor. Pero eso último sólo lo pensé, no te lo dije, maldita sea, no puedo hacerme de valor si me miras con esos ojos que destruyen mi voluntad, por mucho que me deleite ese vaciamiento. Quizás sería mejor que vuelvas casa, ¿vives cerca? Algo así, puedo volver donde mi amiga, pero me caería muy bien un café, ¿me acompañas? Claro, sólo espérame unos minutos, mira los cuadritos y nos vemos en el hall. Ok. No miré ningún cuadrito, estaba convaleciente de mis visiones y nuestro breve andar. Y te esperé. Te esperé. Esperé. No apareciste jamás, extraña situación, estando yo en la única entrada que conozco del edificio. Pasó poco más de una hora cuando convine que definitivamente mis delirios estaban alcanzando un nivel patológico, ¿o no? En fin. Es posible que te vea esta tarde y esta noche y las que siguen, en una de esas ocasiones tendrás tú el valor de enfrentarme. Por ahora sólo te escribo, sé que me lees y te haces el desentendido. Eso me gusta.
Me gustas mucho.
Extática algunas tardes, Antoinette.
2 Comments:
Estimada: felicidades por un blog bastante bueno,, dentro de un contexto pocas veces visto... La foto,, increíble.
Con respecto a los enredos amorosos,, paciencia. el tiempo lo dirá todo.
Mis cordiales saludos.
os..
Magníficas tus "cartas imposibles...", te felicito Antoinette. La verdad es que es una página muy original. Eres genial!!!
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